Poesía de la Religión

Poesía de la Religión

No hay pueblo en el mundo cuyas primeras manifestaciones poéticas no tuvieran un carácter religioso. Esto ha conducido a la llamada poesía de la religión. Los antiguos encontraban divinidades en todas partes: en la mies que doran los campos y en el rayo que salta de la nube tempestuosa; en el mas agitado por el oleaje, y en los astros.

Semejantes divinidades fantásticas y poéticas son celebradas en los cantos de Orfeo y de otros poetas griegos cuya personalidad se esfuma entre las brumas de la leyenda; y del mismo modo los imaginarios dioses del Olimpo llenan las paginas inmortales de los poemas de Homero.

Igualmente, las primeras poesías latinas son de una inspiración sacra: así los cantos de los salíos que glorificaban las hazañas de Marte, así el Carmen de los sacerdotes Arvales, que invocaban la protección divina para sus campos y sembrados. No faltan en la literatura latina ensayos más perfectos de poesía religiosa; el mismo Horacio, el famoso poeta satírico escribió hermosas Odas a Apolo, Diana, Baco, Mercurio y Venus.

La poesía cristiana

La religión cristiana es mas espiritual y elevada que la de los antiguos. El cristianismo no tiene un numero de las mieses y otro del vino, un dios del aire y otro del mar; pero la divinidad única incorpórea y sublime a que rinde culto, transporta el alma a transcendentales alturas, que el paganismo no pudo imaginar.

La nota sacra resuena en la poesía de todos los pueblos latinos y muy especialmente de los de origen español. Hay así en la poesía castellana una fuerte y admirable tradición mística, que se rodea del esplendor que le dieron altísimos poetas como Santa Teresa, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y muchos otros.

Italia es otro de los pueblos que ha dado grandes poetas del género mencionado. El noble canto de Petrarca a la Virgen, Dante con su Divina Comedia obra maestra de la poesía italiana, y el Tasso con su Jerusalén Libertada.